Ser mamá sin dejar de ser vos
Por Tamara Palma · Especial Día de la Madre
Cuando nació mi hijo, también nació una nueva versión de mí. Pero antes de encontrarla, tuve que atravesar algo que muchas mujeres viven en silencio: la sensación de haberme desdibujado.
Ser madre lo cambia todo: el cuerpo, las prioridades, las rutinas, la mirada. Pero hay algo que nadie nos enseña: cómo seguir siendo mujer cuando la maternidad te exige ser todo para los demás.
Lo que nadie dice de la maternidad
Durante el puerperio viví una mezcla de amor inmenso y desorientación. Algo se había perdido: mis rutinas, mi espacio, incluso mi identidad. Entendí que no se trataba de volver a la mujer que era antes, sino de descubrir la que estaba naciendo en mí.
Como escribo en mi libro “Ser mujer y mamá”:Estas etapas implican pasar por incomodidad, duelo y aprendizaje. No nos peleemos con esta nueva etapa, abracémosla y seamos más amorosas con nosotras mismas.
Ser mamá no debería ser una pérdida de identidad, sino una expansión. Pero para eso necesitamos tiempo, autoconocimiento y mucha compasión.
Cuando dejamos de reconocernos
Muchas mujeres me escriben diciendo: “Siento que ya no soy la misma”. Y tienen razón. Cambiamos, y está bien. La maternidad te enfrenta con tu historia, con tus límites, con la madre que tuviste y con la madre que querés ser.
Pasé por esa crisis de identidad que aparece cuando dejamos de ser hijas para convertirnos en madres. Es un proceso profundo y necesario. Como decía mi madre: “no hay transformación sin duelo”.
En esos momentos me repetía una frase budista: “Lo que resiste, persiste; lo que aceptás, se transforma.” Aprendí a dejar que fluya la emoción, sin culpa, sabiendo que todo está bien así como está.
El equilibrio posible
Con el tiempo entendí que ser mujer y ser mamá no se oponen, se retroalimentan. Cuando evolucionamos como mujeres, somos mejores madres; y cuando evolucionamos como madres, somos mejores mujeres.
Podemos elegir concentrarnos más en un rol u otro según la etapa que estemos viviendo, sin culpa. Hay ciclos para todo, y respetarlos es una forma de amor propio.
Como profesional y como mujer, aprendí que cuidar de mí no me hace menos madre. Si la madre está bien, el hijo también lo está.
Volver a vos
Si hoy sentís que te cuesta reconocerte, empezá por lo simple: volver a vos. A mirarte con ternura, a vestirte con intención, a darte el lugar que merecés.
Este Día de la Madre no se trata de flores ni regalos. Se trata de recordarte que también merecés pausa, descanso y belleza. Porque verte bien no es vanidad: es presencia.
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Ser mamá me enseñó que no hay equilibrio perfecto, pero sí hay presencia real. Que amarme a mí misma es el mejor legado que puedo dejarle a mi hijo.
Este Día de la Madre, no busques ser perfecta. Buscá ser auténtica.
Sos la raíz de todo lo que florece. 🌷